Para que nos situemos, en esos momentos Sevilla era el puerto de España que tenía el monopolio para ese comercio colonial y por tanto, todo su perímetro estaría en continuo crecimiento por las aportaciones que todo ello conllevaría: tanto económicas como agroalimentarias.
Como Los Palacios era una de las zonas más reconocidas de Andalucía por su gran fertilidad y se encontraba en el paso de salida a la Carrera de Indias, tenia una función muy importante: la de aportar todo el género posible para ese comercio colonial.
Y esto tiene una explicación.
Como todo el trámite burocrático se hacía en la Casa de Contratación en Sevilla y el río Guadalquivir tenía muy poco caudal para que las Naos fueran cargadas hasta Sanlúcar, para que no encallasen durante el recorrido, lo que se acostumbraba a hacer era que estuviesen ya las embarcaciones esperando en los puertos gaditanos.
Mientras que, desde Sevilla y una vez cumplimentado todo el trámite, la gente que iba a embarcar en ellas: mercaderes, frailes, viajantes, marineros, etc., se encaminaba a pie hacia allí.
Se sabe que existían dos travesías paralelas al eje fluvial del Guadalquivir: una, era el camino a Cádiz por Utrera, mucho más seguro en invierno puesto que no se inundaba; y la otra, era el camino por la Marisma, pasando por esta localidad y en el que sí que se producían algunas inundaciones.
Así, a la hora de organizar y realizar estos viajes (que se hacían dos veces al año) se escogía el camino que estuviera en mejores condiciones en ese momento.
Los Palacios y Villafranca, de esta forma y gracias a su situación estratégica, se convertirá en un núcleo importante a la hora de recoger ese trasiego de personas y productos que van y vienen de los viajes a las Américas, haciendo que se adquiera una vocación americanista muy arraigada.
De ahí, que Andrés Bernáldez (conocido como “el cura de los Palacios”) y asentado en la localidad, recibiese como huésped en su casa al mismísimo Cristóbal Colón a la vuelta de su segundo viaje a las Américas, hecho que el propio Andrés recoge en su libro “Memorias del Reinado de los Reyes Católicos”.
Traía al Caonaboa e a un su hermano de fasta treinta e cinco años, a quien puso por nonbre don Diego, e a un moçuelo sobrino suyo, fijo de otro hermano. E murióse el Caonaboa en la mar, o de dolencia o de poco plazer. Traia un collar el dicho don Diego, hermano del Caonaboa, de oro, que le fazía el almirante poner cuando entrava por las cibdades o logares, fecho a eslabones de cadena, que pesava seiscientos castellanos; el cual yo ví e tomé en mis manos, e tuve por huéspedes en mi casa al obispo don Juan de Fonseca e al almirante e al dicho don Diego. Truxo el almirante estonces muchas cosas de allá, de las del uso de los indios(…)
Andrés Bernáldez
Por lo que, podemos decir que si el mismo Cristóbal Colón fue uno de los personajes ilustres que pasaron por aquí, lógicamente no sería el único; si no que, serían muchos los que pasarían y transitarían no solamente por Utrera o por el río Guadalquivir, si no por lo que hoy en día es nuestra localidad: Los Palacios y Villafranca.